martes, 14 de octubre de 2008

1. Letras de la Conquista: Diarios, cartas y crónicas

A finales del siglo XV fueron descubiertas las tierras del continente americano. Se cree que a nivel cultural, la cantidad de habitantes y el esplendor de las ciudades de algunos grupos indígenas influyó para que aún se conserve su cultura en la población actual; en esas culturas la mezcla con los españoles fue mínima. Sin embargo, en sitios como Colombia, donde las culturas no estaban tan desarrolladas como en México, por ejemplo, los españoles se mezclaron con las mujeres indígenas dando lugar a la raza mestiza. 
 
Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Bogotá, ha sido considerado como símbolo predestinado para las leyes y las letras de Colombia; él sentó las bases para el arraigo del estudio de las humanidades en nuestra tierra. Realizó también bastantes escritos sobre sus conquistas, gobierno y las costumbres de los indios “moscas” (muiscas). Entre sus obras principales se encuentran: “Compendio historial de las conquistas del Nuevo Reino”, “Diferencias de la guerra de dos mundos” y “El Antijovio”. 
 
Con los conquistadores penetró también en nuestra tierra la poesía popular, la cual, mezclada con nuestras costumbres y faenas diarias, incrementó la riqueza popular oral. Sin embargo, la historia literaria colombiana, en la escritura, se inicia formalmente con las obras de los cronistas españoles de la época, entre quienes se cuenta Juan de Castellanos, quien escribió “Elegías de varones ilustres de Indias”, obra en verso de 120.000 endecasílabos.
Otro cronista muy destacado fue el Inca Garciaso de la Vega, "príncipe de los escritores del Nuevo Mundo", hijo de un conquistador español y de una princesa Inca, logró dejar testimonio de primera mano de su cultura indígena en el momento de la conquista: 
"Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: «Trocósenos el reinar en vasallaje, etc.» En estas pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y me holgaba de las oír, como holgaban los tales de oír fábulas."
Comentarios reales, I, 1, 15.
 
El diario y las cartas
Dos meses y nueve días duró el primer viaje de Colón desde España hasta América. Cobra así importancia el registro que el Almirante hiciera sobre toda su travesía y sobre el impacto de esos primeros encuentros con los habitantes del Nuevo mundo que registró en las cartas que enviaba a la Corona para dar cuenta de los frutos de la inversión hecha por los reyes Católicos. Sin duda un testimonio histórico digno de contar y recordar con detalle. Playas blancas y magestuosas, agua cálida, reptiles enormes, pájaros coloridos, pobladores semidesnudos, selvas espesas, alimentos nuevos, frutos jugosos, demasiadas novedades para fiarse de la memoria. Las palabras deberían ser lo suficientemente elocuentes para nombrar incluso aquello que aún no tenía nombre, al menos no en castellano.
 Trailer 1492: Conquest of Paradise (Espectacular)
 


"Yo porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio (1) que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando. Y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas (2) y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuenticillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y tanbién las mujeres, aunque no vide (3) más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos, y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos (4) se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo que fallan (5) . Y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos solo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro. Sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hize señas que era aquello, y ellos me mostraron como allí venían gente de otras islas que estaban cerca y los querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos ser-vidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos en esta Isla." 

 La Crónica de Indias: testimonio y escritura de un mundo nuevo

La llamada Crónica de Indias es quizá el primer gran corpus literario nacido en América. No fue concebida como literatura en un inicio, sino como registro: los conquistadores, religiosos, funcionarios y viajeros sintieron la necesidad de contar lo que veían, lo que descubrían, lo que fundaban y lo que destruían. El resultado es un conjunto inmenso de textos que nos permiten asomarnos al encuentro —y al choque— entre dos mundos.  En conjunto, las Crónicas de Indias son más que documentos: son relatos donde la historia se confunde con la literatura, donde el asombro, la exageración y la subjetividad se mezclan con la voluntad de testimoniar lo vivido. 
 
 Las crónicas no fueron homogéneas: cada una responde al lugar desde donde se miraba y al interés que se defendía. Entre ellas podemos distinguir:

Crónicas de conquista:
escritas por soldados y capitanes (como Hernán Cortés o Bernal Díaz del Castillo), exaltaban hazañas, describían batallas y buscaban legitimar los hechos ante la Corona.

Crónicas oficiales: redactadas por funcionarios o enviados reales, se orientaban a informar sobre territorios, riquezas y posibilidades de explotación, cumpliendo una función administrativa y política.

Crónicas religiosas: elaboradas por misioneros y frailes (como fray Bartolomé de las Casas o fray Bernardino de Sahagún), se centraban en las costumbres indígenas, la evangelización y las denuncias de abusos, a veces con un tono moral y de defensa de los pueblos originarios.

Crónicas mestizas o indígenas: aquellas escritas por descendientes de indígenas o mestizos (como el Inca Garcilaso de la Vega o Guamán Poma de Ayala), que ofrecieron una mirada distinta, combinando tradición europea y memoria indígena, con una voz más cercana al mundo conquistado.
 



 

2 comentarios:

Unknown dijo...

me paremuy interesante

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.